Así es como los orígenes de la humanidad se pierden más allá del millón de años

¿Y si nuestra historia como especie es mucho más antigua y enrevesada de lo que imaginábamos? Nuevos hallazgos fósiles en China no solo reescriben el árbol genealógico humano, sino que deslizan preguntas fascinantes sobre nuestro origen, los misteriosos denisovanos y el enorme mosaico de humanos arcaicos. Un golpe de efecto en la búsqueda de cómo llegamos hasta aquí.

Una separación de linajes mucho antes de lo pensado

Durante años, la biología evolutiva creía haber descifrado los grandes capítulos de nuestra genealogía: hace medio millón de años, Homo sapiens, neandertales y denisovanos habríamos partido caminos de un ancestro común. Pero algo no terminaba de encajar entre los fósiles desperdigados por Asia y África y las modernas técnicas de análisis genético. Ahora, un estudio internacional publicado en la revista Science, sacude la línea temporal y señala una división entre estos linajes mucho, mucho más antigua. Hasta un millón de años o más.

La conclusión surge de una nueva mirada a los célebres cráneos de Yunxian, rescatados a lo largo de tres décadas en las riberas del río Han, en China Central. Tradicionalmente considerados Homo erectus, el examen digital y modelos 3D, sumados a un exhaustivo cotejo con otros restos fósiles, revelan algo sorprendente: esos cráneos se parecen menos al típico erectus y más al Homo longi, conocido popularmente como “Hombre Dragón”, esa especie misteriosa que muchos creen inseparable de los denisovanos.

¿Qué significa realmente todo esto? Que nuestro linaje, el de los neandertales y el de los denisovanos podrían haber estado rodando por el mundo como líneas paralelas desde hace más de un millón de años. Medio millón antes de lo que la ciencia afirmaba hasta hace nada.

Recomendado:  La misteriosa araña excavadora, la más venenosa de Australia, pertenece a tres especies diferentes
Así es como los orígenes de la humanidad se pierden más allá del millón de años

Cinco linajes, una sopa evolutiva caótica

Tierra de misterios, el continente asiático suma así un capítulo más a la novela de las especies humanas. Para Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres y uno de los autores de la investigación, hoy podemos hablar de cinco grandes grupos de humanos de cerebro grande en los últimos 800.000 años:

  • Homo erectus asiático
  • Homo heidelbergensis
  • Homo neanderthalensis (nuestros famosos primos europeos)
  • El linaje de Homo longi, probablemente identificable con los denisovanos
  • Y por supuesto, Homo sapiens

¿La novedad? Que todos ellos ya habrían divergido de un tronco común muchísimo antes de lo pensado. Y, quién sabe, quizá alguna de esas bifurcaciones cruciales ni siquiera surgió en África, como tradicionalmente se pensaba, sino en algún rincón aún por identificar de Eurasia.

La danza de los homínidos

Unas veces solos, a veces conviviendo y hasta mezclándose, estos linajes humanos han protagonizado una auténtica danza migratoria por África, Asia y Europa. El relato clásico nos hablaba de un Homo erectus pionero, saliendo de África hace dos millones de años. Luego, hace 600.000 años, surgía Homo heidelbergensis, y de él derivaban los neandertales europeos y, eventualmente, nosotros, los sapiens africanos. Por su parte, los denisovanos se habrían desgajado del linaje neandertal en tierras de frontera euroasiática.

Pero la realidad es menos lineal y mucho más caótica. El examen meticuloso de los cráneos de Yunxian, distorsionados y fragmentados por el tiempo, requirió modelado digital y mucha paciencia. El resultado dejó a los investigadores boquiabiertos: las similitudes con el Hombre Dragón confirmaban la sospecha de que allí había yacido un miembro ancestral del linaje denisovano… ¡hace un millón de años!

Recomendado:  Así destruye el ser humano las barreras naturales que controlan los microorganismos del suelo según un estudio reciente

Los denisovanos: un antiguo pariente más próximo de lo que creíamos

La implicación es tan desconcertante como crucial. Si esos Yunxian son efectivamente denisovanos antiguos, y estaban tan separados ya del linaje sapiens y neandertal hace un millón de años, entonces todo el marco temporal se expandió repentinamente. Homo sapiens –nuestro linaje– tendría el mismo arraigo. Eso implica
doble de tiempo para la divergencia entre nosotros, denisovanos y neandertales de lo que el cálculo tradicional establecía.

Esta sorprendente antigüedad plantea muchos interrogantes. ¿Cuántos “protolineajes” seguimos sin reconocer? ¿Cuántos fósiles están aún enterrados en las estepas de Asia o el polvo de África que podrían pertenecer a proto-sapiens, o proto-neandertales desconocidos?

Además, el hallazgo reabre la posibilidad de que los primeros pasos de nuestro linaje no se dieran únicamente bajo el sol africano, sino en la mezcla de Eurasia, y que después migraremos hacia África. Cuestiones que, claro, requieren de mucho más fósil y mucho más ADN antiguo para poder responderse.

Un puzle evolutivo en constante cambio

Así es la ciencia: mientras mejoran las tecnologías de datación y los modelos computacionales se perfeccionan, más preguntas emergen. La historia del Homo en la Tierra es como un puzle con piezas esparcidas y otras que aún ni imaginamos.

Cada descubrimiento, ya sea en las orillas de un río chino o excavando en los yacimientos africanos, puede dar la vuelta –otra vez– a lo que creemos saber sobre de dónde venimos. Quizá nunca nos libremos del vértigo de sabernos una parte diminuta de una aventura evolutiva caótica, llena de misterios y sorpresas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio