Así engaña esta planta imitando a hormigas para atraer a sus polinizadores

¿Quién habría pensado que el engaño olfativo podría ser la clave para la supervivencia de algunas plantas? En el corazón de un jardín japonés, un descubrimiento asombroso viene a romper los esquemas de lo que creíamos saber sobre las relaciones entre flores, insectos… y hormigas heridas.

La increíble astucia floral de Vincetoxicum nakaianum

No todas las flores juegan limpio. Mientras algunos vegetales ofrecen néctar y fragancias dulces para seducir a sus polinizadores preferidos, la Vincetoxicum nakaianum, una adelfa autóctona de Japón, ha optado por una estrategia mucho más sofisticada y, por qué no decirlo, digna de un thriller naturalista: engaña a las moscas haciéndose pasar, olfativamente hablando, por una hormiga herida en combate.

Esta planta recién descrita, gracias al trabajo del investigador Ko Mochizuki de la Universidad de Tokio, es la primera conocida que produce un olor específico que imita, con sorprendente exactitud, el de las hormigas atacadas por arañas. Un detalle que a cualquiera podría parecerle irrelevante, pero en la naturaleza nada es casualidad.

Moscas de la hierba y hormigas heridas: una conexión inesperada

Tal vez nunca te hayas parado a pensar en la vida secreta de esos pequeños insectos que revolotean por campos y jardines. Pero para las moscas de la hierba —esas que buscan presas fáciles o bocados en desgracia—, el olor a hormiga herida es como poner una campana en una pastelería: irresistible.

Estas moscas, del grupo de las clorópidas, acuden en masa al aroma de la batalla, buscando insectos moribundos de los que alimentarse. Al hacerlo, se pasean de flor en flor y, sin saberlo, polinizan las plantas. Un pacto silencioso y, en cierto modo, retorcido, donde unas se alimentan y otras se aseguran la descendencia.

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¿Por qué imitar a una hormiga?

  • Las hormigas son uno de los insectos más abundantes de la Tierra: cualquier animal oportunista aprendería a reconocerlas como fuente de alimento.
  • El mimetismo de hormigas ha sido ampliamente adoptado por muchos invertebrados, pero pocas (o ninguna) plantas habían cometido este “crimen perfumado”… hasta ahora.

De la intuición al laboratorio: una historia de casualidad y olfato

¿Cómo se llega a descubrir algo así? Mochizuki lo relata casi como una anécdota improbable. Recolectaba flores para otro estudio cuando notó la nube de moscas agrupándose alrededor de la Vincetoxicum nakaianum en el Jardín Botánico Koishikawa. Sin poder dejarlo pasar, tiró de experiencia: años antes, un curso intensivo le había enseñado a identificar aquellas moscas. Además, conocía investigaciones previas donde determinadas plantas empleaban aromas “carnívoros” para atraer a los polinizadores.

¿Casualidad? Tal vez. Pero esa combinación de observación y preparación encendió la chispa. Mochizuki comenzó a comparar meticulosamente los olores de las flores y de distintos insectos, hasta llegar a una conclusión: el rastro que seguían las moscas era casi idéntico al de una hormiga siendo devorada por una araña.

Las redes sociales y la ciencia colaborativa

Sin publicaciones científicas anteriores sobre el comportamiento de estas moscas frente a hormigas heridas, Mochizuki decidió ir más allá: se sumergió en las redes sociales, donde naturalistas aficionados y entusiastas de la macrofotografía compartían escenas que complementaban su teoría. Fotos y vídeos de hormigas luchando por sobrevivir mientras docenas de moscas se acercaban daban forma visual a su hipótesis.

De esta forma, combinando ciencia clásica, intuición y nuevas tecnologías, el investigador pudo demostrar que el método de atracción floral de la Vincetoxicum nakaianum implicaba un grado de mimetismo nunca visto en plantas: la imitación precisa del aroma de una hormiga herida para engañar a sus principales polinizadores.

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Un mundo disfrazado: lo que la naturaleza aún esconde

Este hallazgo —publicado en la prestigiosa revista Current Biology— es solo la punta del iceberg cuando hablamos de imitaciones y trampas olorosas en la naturaleza. Quién sabe cuántas estrategias secretas, aún indetectables para la ciencia, pululan entre flores y hierbas de todo el planeta. Porque, si una simple adelfa puede disfrazarse de hormiga herida y engañar con ello a los insectos, ¿qué otros engaños estarán pasando ante nuestros propios ojos —y narices— sin ser descubiertos aún?

La próxima vez que pasees por un jardín y te hipnotice el bullicio de pequeños insectos sobre una mata de flores, no mires solo con los ojos. Hazlo también con la nariz e, incluso, con un poco de imaginación. Puede que te topes con una intriga digna del mejor suspense… solo que a escala diminuta.

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