Las ranas se hacen (incluso) las muertas cuando quieren evitar a los machos

Cuando el apareamiento se vuelve peligroso, las ranas rojas hembra adoptan ciertas estrategias para deshacerse de los machos intrusos. Incluso la de hacerse las muertas.

Rana roja

Cuando una rana roja hembra no quiere aparearse, finge estar muerta.
Anne Coatesy / Shutterstock

A la hora del sexo, muchas ranas utilizan la misma estrategia, conocida en inglés como explosive breeding, que consiste en concentrar los esfuerzos reproductivos en un periodo de tiempo muy corto; el resultado es que muchos machos compiten por la misma hembra, llegando a formar las llamadas mating balls, auténticas «bolas» de anfibios con la hembra en el centro y los machos a su alrededor.

Es una estrategia eficaz, pero también peligrosa: sobre todo para las hembras, que corren el riesgo de asfixiarse o ahogarse si no consiguen deshacerse de sus pretendientes. Un estudio publicado en Royal Society Open Science muestra, sin embargo, por primera vez que las ranas hembra no son tan pasivas como parecen en estas situaciones, sino que han desarrollado una serie de contramovimientos para protegerse de la excesiva atención de los machos.

‘No significa no’. La primera observación importante es que el estudio se realizó en condiciones de laboratorio y consistió en una serie de pruebas con un solo macho y dos hembras de distintos tamaños; aún no hemos comprobado si las hembras también se comportan así en la naturaleza.

¿Pero cómo? Originalmente, el experimento debía probar si los machos de las ranas rojas (Rana temporaria, la especie más común que también se encuentra en Italia) tienen preferencias por el tamaño de sus parejas. Sin embargo, al observar las interacciones (que, no obstante, revelaron que para los machos el tamaño no importa), el equipo observó que muchas ranas hembra se rebelaban contra las atenciones del macho, poniendo en práctica tres estrategias defensivas distintas en particular. La más común, observada en el 83% de las hembras, consiste en girar el cuerpo para intentar liberarse de las garras del macho.

En caso de duda, hazte el muerto. El 48% de las ranas, en cambio, utilizó la técnica de imitar la llamada de un macho, para distraer a su pareja y liberarse así. Y por último, en el 33% de los casos, las hembras utilizaron la estrategia definitiva: separar y poner rígidas sus extremidades, y fingir estar muertas.

Según los autores del estudio, ésta puede ser la táctica más utilizada en la naturaleza: cuando estás atrapada en una bola de apareamiento, cada movimiento atrae la atención, y la inmovilidad total es la mejor manera de hacer que los machos pierdan el interés. Otro hallazgo fue que cuanto más pequeña es una hembra, más probable es que intente escapar de un macho, mientras que las ranas más grandes parecen aceptar su destino con más serenidad.

Sin embargo, como ya se ha dicho, hasta ahora sólo hemos observado estos comportamientos en un contexto controlado: el siguiente paso será comprobar si esto también ocurre en la naturaleza.

Recomendado:  Los uros no están del todo extintos
Scroll al inicio