¿Por qué los cuadrúpedos son más rápidos que los bípedos?
Un nuevo estudio explica cuáles son los factores físicos y biológicos que determinan la velocidad de los animales.
Un jaguar corriendo a toda velocidad puede alcanzar, y superar con cierta facilidad, los 100 km/h. Un ser humano, por su parte, nunca podrá superar los 45 km/h, a pesar de todos sus esfuerzos. ¿Por qué esta diferencia? O más bien: ¿cuáles son las reglas que gobiernan la velocidad de carrera de los animales y cuáles son los factores decisivos para determinarla?
Aquí están los veredictos. Las respuestas provienen de un estudio de la Universidad de Stuttgart que se publicará en agosto en la Revista de biología teórica, y cuyos resultados fueron anticipados por los propios autores.
Entre la gran cantidad de información útil contenida en el estudio se encuentra, por ejemplo, el hecho de que los animales cuadrúpedos son más rápidos que los bípedos, pero también una curiosidad para los nerds de fantasía: ¿qué tan rápido puede correr Shelob, la araña gigante del Señor de los Anillos?
La disciplina que aborda Michael Günther, primer autor del estudio, se llama alometría, y estudia la relación entre el tamaño del cuerpo de un animal y su forma (así como entre tamaño y anatomía, fisiología e incluso comportamiento).
El ejemplo clásico que siempre se da para explicarlo es el del ratón y el elefante: un ratón del tamaño de un elefante no podría existir, porque tendría huesos demasiado delgados y colapsaría por su propio peso; en otras palabras, el aumento de tamaño requiere un engrosamiento de las estructuras de soporte.
Características: Luego, el equipo intentó relacionar el tamaño corporal de diferentes animales terrestres que corren con su forma y especialmente con su velocidad, y comprender, por ejemplo, qué características limitan su velocidad y qué estructuras son, por el contrario, necesarias para correr más rápido.
Al hacer coincidir todos los datos relacionados con las especies analizadas, los investigadores crearon un modelo teórico que describe cómo el cuerpo de un animal debe cambiar de forma a medida que crece para seguir corriendo a alta velocidad.
Obviamente, el tamaño en sí es un factor limitante: cuanto más crece un animal, más necesita huesos grandes y pesados, menor será su velocidad máxima.
cuatro contra dos. Pero también el número de patas tiene su propio peso: los animales de cuatro patas, por ejemplo, que tienen cuatro puntos de apoyo en el suelo en comparación con los dos, son capaces de galopar y, por tanto, de alcanzar velocidades superiores a las de cualquier bípedo.
Como se mencionó al principio, los investigadores también se divirtieron aplicando el modelo a criaturas ficticias: según sus cálculos, la araña Shelob del Señor de los Anillos podía alcanzar una velocidad de carrera de 60 km/h (como si antes no lo hiciera asustado basta ya).