Para los nativos australianos, el dingo era como un perro

 

Los nativos australianos consideraban al dingo un animal de compañía «casi humano», domesticado y enterrado con el «amo». Todo cambió con la llegada de los colonos.

Dingo

En otros tiempos, el dingo era también el mejor amigo del hombre.

El dingo es un pariente del perro que vive en Australia desde hace unos 3.500 años: hoy, sin embargo, los habitantes del continente lo consideran una plaga porque extermina el ganado.

Esto no era así antaño: antes de la llegada de los colonos, los nativos australianos trataban al dingo (aproximadamente) como nosotros tratamos hoy al perro. Estos animales eran domesticados, cuidados e incluso enterrados con sus dueños. Así lo afirma un estudio publicado en PLOS One, basado en una serie de análisis de restos de dingos y humanos hallados en el yacimiento arqueológico de Curracurrang, al sur de Sydney.

Enterrados juntos. El yacimiento de Curracurrang se encuentra en el Parque Nacional Real, cerca de la cascada del mismo nombre (ahora destino turístico). Los restos de dingo analizados se encontraron en el interior de una cueva junto con los de humanos y restos de comida.

La primera comprobación realizada por el equipo de la Universidad Nacional de Australia fue cronológica: la cabaña de Curracurrang data de hace 7.000 años y ha sido utilizada por los nativos desde entonces. Sin embargo, los artefactos estudiados son más jóvenes: el radiocarbono los fechó hace 2.000 años, antes de la llegada de los colonos, cuando Australia aún estaba habitada sólo por indígenas. El hecho de que se encontraran huesos y dientes de dingo en un yacimiento arqueológico es el primer indicio de que el dingo tenía una estrecha relación con los humanos.

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El mejor amigo del hombre. Vínculo confirmado por otros detalles. En primer lugar, la mayoría de los restos de dingos no se encontraron abandonados en el suelo, sino cuidadosamente colocados junto a sus «amos», enterrados con el mismo cuidado que los humanos.

Además, algunos de los dientes encontrados estaban muy desgastados: señal de una dieta rica en huesos, probablemente restos de comidas compartidas con los nativos. Por último, la edad de los ejemplares enterrados variaba: había cachorros, pero también ejemplares adultos de hasta ocho años, por lo que vivían en un estado de cuasi domesticación.

La situación cambió radicalmente con la llegada de los colonos europeos, y degeneró hasta su estado actual: hoy en día, los dingos son exclusivamente salvajes y están sujetos a control por parte de la población por considerarlos dañinos.

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