Los grandes simios comparten (también) el sentido del humor con nosotros
La forma en que los grandes simios antropomorfos se gastan bromas unos a otros es muy parecida a la de los niños humanos, antes de aprender a hablar.

Los chistes, las bromas y las burlas forman parte del repertorio de todo ser humano, y requieren complejas habilidades cognitivas: hay que estar dotado de inteligencia social y conocer las normas que va a romper el chiste, porque estos comportamientos se basan en la sorpresa y en subvertir las expectativas de quien tenemos enfrente.
En los humanos, los primeros indicios de aptitudes humorísticas preceden incluso a las verbales, y aparecen en torno a los ocho meses de edad. Y es precisamente esta consideración la que subyace en un estudio sobre monos publicado en el Actas de la Royal Society B: Si no hace falta saber hablar para hacer bromas y burlas, ¿es posible que ciertos primates también tengan sentido del humor?
¿Broma o truco? Empecemos diciendo de entrada que la respuesta es «sí», y ya lo sabíamos hasta cierto punto: muchos expertos en primates en el pasado, incluida la primatóloga Jane Goodall, han informado de relatos de monos «juguetones».
Lo que faltaba era un análisis sistemático de la cuestión, que ha llevado a cabo un grupo de científicos de distintas instituciones dirigidos por un primatólogo de la UCLA, y en el que han participado los cuatro llamados «grandes simios»: orangutanes, gorilas, chimpancés y bonobos, es decir, los primates que son nuestros parientes más cercanos.
El estudio, realizado con animales que vivían en cautividad (infinitamente más fáciles de observar en determinados contextos), analizó las interacciones entre simios, y los investigadores desarrollaron un código interpretativo e identificaron un total de 18 tipos diferentes de actividades de este tipo: por ejemplo, ofrecer un objeto a otro mono y retirarlo en el último momento, agitar la mano en la cara de un compañero para distraerle y molestarle, tirarle del pelo… todo despecho que también vemos en niños preverbales, y que suele ir seguido de actitudes más lúdicas.
Rencor desde la noche de los tiempos. La mordacidad, las burlas y otros comportamientos similares sólo se han observado en situaciones relajadas, cuando los monos se sienten a gusto.
Además, tienen una característica fundamental que los distingue del juego: sirven para atraer la atención de la víctima, y son unidireccionales, en el sentido de que si un mono es objeto de burla, no significa que vaya a devolver la burla o, como se suele decir, «seguir el juego» (quizá porque la burla necesita el elemento sorpresa, que se pierde si el gesto responde a una provocación). En general, sin embargo, la forma en que los grandes simios se burlan es muy similar a la de los niños humanos antes de aprender a hablar.
Teniendo en cuenta que el último antepasado común entre nosotros y los demás grandes simios se remonta a hace 13 millones de años, es posible que los primates hayan estado equipados para gastar bromas desde entonces, y que las burlas y las mofas sean, por tanto, un comportamiento antiguo, no una invención nuestra.