Los delfines mulares han aprendido a robar el cebo de los pescadores

Los delfines mulares de la bahía de Koombana (Australia) han aprendido a robar el cebo de las trampas para cangrejos de los pescadores. Y hasta se divierten haciéndolo.

Delfín mular
Los delfines mulares australianos han aprendido a robar comida a los pescadores de cangrejos.

Hace dos años, el conservacionista australiano Rodney Peterson presenció una escena que nunca antes había visto: un grupo de delfines mulares se había acercado a un barco pesquero, esperando a que el pescador arrojara al mar sus trampas, pequeñas jaulas que contienen cebo para cangrejos, que son atraídos por la comida y capturados sin gran esfuerzo.

Los delfines mulares esperaron a que la trampa llegara al fondo del mar y se abalanzaron sobre ella, retirando el cebo y capturando un bocado fácil. Preocupado por la posibilidad de que los cetáceos resultaran heridos de este modo (los cebos se sujetan a la jaula con anzuelos), Peterson alertó al Dolphin Discovery Centre, una ONG que estudia a los delfines en la bahía de Koombana (Australia Occidental) desde 1989.

Así, durante los dos últimos años, el DDC ha vigilado con cámaras submarinas a los delfines mulares y sus interacciones con las trampas para cangrejos, y lo ha documentado todo en un vídeo que puedes ver aquí.

Movimientos y contramovimientos

El vídeo documenta una «batalla» sin cuartel entre los delfines mulares y los pescadores, que no estaban nada contentos de que les robaran el cebo delante de sus narices. Los delfines aprendieron rápidamente a meter el hocico en la trampa y extraer la comida sin hacerse daño; los pescadores empezaron entonces a dar la vuelta a las jaulas para ocultar la abertura por la que los delfines mulares meten el hocico, o a esconder el cebo en cajas cerradas.

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A su vez, los delfines mulares aprendieron a dar la vuelta a las jaulas, y también a abrir las cajas, que se mantenían cerradas mediante un pestillo que los animales descubrieron cómo utilizar.

La batalla por el cebo

El hecho de que los delfines mulares parezcan perfectamente capaces de acceder al cebo sin quedar atrapados en las redes ni herirse con los anzuelos no satisfizo, sin embargo, a Peterson y al DDC, que trabajaron para inventar una nueva forma de trampa para cangrejos, de la que es imposible que incluso un delfín mular extraiga el cebo.

Y los cetáceos aprendieron pronto a reconocerlas y a apartarse tras darse cuenta de que no merece la pena perder el tiempo con ellas. Al menos por ahora: es poco probable que los delfines mulares de la bahía de Koombana se rindan tan rápidamente ante una fuente de alimento de fácil acceso y también divertida de obtener. La batalla con los pescadores de cangrejos continuará.

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