El cañón bajo el hielo descubierto por focas

Equipadas con un «casco» dotado de GPS y otros sensores, las focas exploraron un cañón antártico de 2 km de profundidad inalcanzable para los humanos.

Una foca de Weddell, una de las especies utilizadas para la exploración submarina en la Antártida.
Una foca de Weddell, una de las especies utilizadas para la exploración submarina en la Antártida.

El fondo marino es el lugar más misterioso del planeta: sólo conocemos (en el sentido de que hemos cartografiado directamente) el 23% del mismo, y la situación es aún más desconocida bajo el hielo antártico, lo que dificulta, si no imposibilita, la exploración directa. Por eso, un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias Marinas de Sydney decidió reclutar a un grupo de focas para que hicieran el trabajo por nosotros.

Equipadas con un pequeño instrumento montado en la cabeza capaz de registrar una serie de datos sobre las aguas en las que nadan, los pinnípedos exploraron las profundidades de la bahía de Vincennes, en la Antártida oriental, y descubrieron, entre otras cosas, la existencia de un cañón submarino de 2 km de profundidad del que no sabíamos nada. El estudio que describe estos descubrimientos se publica en Nature Communications.

Focas con sombrero

Las focas elegidas para esta operación de exploración, 265 en total, pertenecían a dos especies: Mirounga leonina, el elefante marino del sur, y Leptonychotes weddellii, la foca de Weddell. En total, a lo largo de meses de observaciones, el equipo recogió datos de más de 500.000 inmersiones profundas, durante las cuales las focas llegan a zonas vedadas para nosotros los humanos porque el hielo dificulta la navegación por esas aguas.

Las focas iban equipadas con un pequeño casco capaz de medir (a intervalos de 4 segundos) su profundidad de nado, la temperatura del agua y su conductividad eléctrica, todo lo cual resultó útil para reconstruir la batimetría de la zona y crear un mapa preciso de la misma.

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Grandes exploradores

Y las focas descubrieron cosas que no sabíamos. En primer lugar, que nuestras estimaciones de profundidad del fondo marino antártico, obtenidas a partir de observaciones indirectas, eran erróneas el 25% de las veces: en algunos lugares las focas buceaban a una profundidad de hasta 1.000 m más de lo que habíamos calculado.

El misterioso cañón

De este modo, el equipo pudo descubrir, entre otras cosas, la existencia de un cañón de 2 km de profundidad en el lecho marino de la bahía de Vincennes, un cañón que no sospechábamos que estuviera allí. Por tanto, estos descubrimientos están cambiando lo que sabemos sobre el fondo marino antártico, su forma y la temperatura del agua que hay sobre él; a su vez, estos datos nos darán, entre otras cosas, una idea más clara de cómo y cuánto se está derritiendo el hielo de la región.

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