Cómo las alteraciones en los monzones están acelerando el deshielo del Tercer Polo

¿Puede la inestabilidad de los monzones poner en jaque a la gran fábrica de agua de Asia? El rápido retroceso de los glaciares del Himalaya -ese «Tercer Polo» que abastece a un cuarto de la humanidad- es mucho más que hielo derritiéndose: es una llamada de atención sobre riesgos muy reales, desde el desabastecimiento de agua hasta las inundaciones letales.

El Tercer Polo: corazón helado de Asia en peligro

La Alta Montaña de Asia, hogar de los imponentes Himalayas y los glaciares gigantescos que los coronan, ha sido durante siglos la despensa de agua más importante fuera de las zonas polares. No en vano le llaman el «Tercer Polo»: allí se almacena más hielo que en ningún otro lugar, salvo por el Ártico y la Antártida. El destino de sus glaciares es, en suma, el destino del agua de 1.400 millones de personas. Ríos tan vastos como el Indo, el Ganges o el Brahmaputra surgen de allí, regando no solo cultivos: también ciudades, industrias, generación hidroeléctrica. El pulso del continente depende de ellos.

Cómo las alteraciones en los monzones están acelerando el deshielo del Tercer Polo

Un deshielo acelerado: cuando los monzones pierden el compás

En los últimos años, una investigación liderada por científicos de la Universidad de Utah y Virginia Tech ha encendido todas las alarmas: el sistema glaciar del Tercer Polo está perdiendo anualmente más de 22 gigatoneladas de hielo. Imagínatelo: serían casi nueve millones de piscinas olímpicas fundiéndose año tras año. ¿La causa? No solo el calor. Cada vez resulta más claro que el cambio climático está alterando los patrones monzónicos: el cuándo y el cuánto de las lluvias y nevadas, pilares para recargar estos glaciares.

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En la mayoría de los glaciares del Himalaya -sobre todo zonas centrales y occidentales-, la época crucial de acumulación de hielo es el verano: los desbordantes monzones traen lluvias, pero solo en las cumbres más elevadas esas lluvias se transforman en nieve y alimentan el glaciar. Cuando esas nieves disminuyen o llegan en el momento equivocado, el glaciar pierde su ritmo natural. La consecuencia no es solo menor acumulación sino, muchas veces, transiciones extrañas de nieve a lluvia: menos agua almacenada, más deshielo.

Impactos inmediatos: entre sequías y catástrofes naturales

No se trata solo de una escasez futura. Con el retroceso acelerado de los glaciares podemos esperar, según apunta Susanna Werth, un cambio radical en el flujo de los ríos de montaña: el agua del deshielo cederá espacio al agua de lluvia. Esto, entre otras cosas, deja las regiones río abajo muy expuestas a largas temporadas secas si falla el monzón y, en el extremo opuesto, a inundaciones temporales devastadoras.

Uno de los peligros más inmediatos es la proliferación de inundaciones repentinas causadas por lagos glaciares que, al recibir demasiado agua del deshielo, pueden colapsar y liberar aludes de agua y barro. Deslizamientos de tierra, infraestructuras arrasadas, comunidades enteras desplazadas en segundos. Riesgos reales y presentes que van mucho más allá de la amenaza silenciosa, pero letal, de la falta de agua en el futuro.

¿Qué nos dice la ciencia? Datos y conclusiones clave

  • Lluvias de verano y glaciares vulnerables: En las zonas central y occidental del Himalaya, el aumento de lluvia no siempre es buena noticia: a menudo va unido a más derretimiento en vez de más acumulación.
  • El este del Himalaya, a merced de las nieves: Aquí la clave está en la reducción de nevadas; sin suficiente nieve, los glaciares retroceden aunque llueva.
  • Pulsaciones y ciclos de deshielo: Los glaciares muestran un vaivén rítmico, con ciclos de retroceso ligados a la variabilidad natural de los monzones: algunos cada tres o cuatro años, otros hasta ocho.
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¿Y cómo lo sabemos?

El poder de los satélites y el análisis de datos hidrometeorológicos han permitido a los equipos de Sherpa y Werth ver lo invisible: han usado información de la misión GRACE de la NASA, sensible a cómo disminuye la masa de los glaciares, junto a registros de lluvias y temperaturas. Esto abre una ventana inédita sobre el vínculo entre monzones erráticos y la salud de los glaciares asiáticos.

El futuro: claves urgentes para la adaptación

Quizás lo más importante no sea el deshielo en sí, sino la falta de herramientas precisas para anticipar y gestionar sus consecuencias. Los investigadores insisten en la necesidad de mejorar la red de monitoreo de precipitaciones y nevadas, de medir estas variables de forma mucho más densa y precisa. Solo así se podrá predecir realmente cómo evolucionarán los glaciares y orientar políticas para adaptar el abastecimiento de agua, la protección ante inundaciones, el desarrollo de infraestructuras resilientes.

La historia de estos glaciares no es solo un cuento de frío y calor. Es, sobre todo, una historia profundamente humana: de familias, agricultores, ciudades enteras, viviendo al ritmo de las montañas. Adaptárnosla será el mayor desafío climático -y humano- de Asia en el siglo XXI.

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