Imagínate vivir en una casa junto al mar, donde el sonido de las olas es tu despertador… y un día, ese mar lo cubre todo. No solo tu casa. Tu barrio, la carretera, la escuela de tus hijos. ¿Qué pasaría si ese riesgo no es una pesadilla puntual, sino el futuro anunciado para millones de personas?
Más allá de la tormenta: el lento avance del mar peligroso
El huracán Harvey arrasó Port Arthur, en Texas, en 2017. Lluvias torrenciales, casas anegadas, gente rescatada en barcas. Todos recordamos esas imágenes. Sin embargo, hay un desastre que llega sin sirenas ni noticieros: la subida continua del nivel del mar.
En pleno siglo XXI, más de 100 millones de edificios en el Sur Global —desde las costas de África hasta el borde del Pacífico en América Latina— podrían verse inundados de manera periódica, si seguimos dependiendo de los combustibles fósiles y no frenamos el calentamiento. Esto no es ciencia ficción, ni una advertencia apocalíptica sin base. Es la conclusión de un trabajo titánico dirigido por la Universidad McGill, publicado en npj Urban Sustainability, que por primera vez mapea, edificio por edificio, la amenaza real a largo plazo del aumento del mar en regiones costeras de todo el hemisferio sur.
Un mapa detallado de lo que podríamos perder
Armar este retrato global no fue sencillo. El equipo se apoyó en mapas de satélite de altísima resolución y datos precisos de altitud para calcular cuántos edificios —casas, escuelas, hospitales— podrían quedar bajo el agua según distintos escenarios de subida del mar, desde medio metro hasta la escalofriante cifra de 20 metros.
¿El resultado? Incluso si lográramos recortar de manera drástica las emisiones de carbono, y el mar “solo” subiera medio metro, ya tendríamos alrededor de tres millones de edificios inundados. Pero si seguimos como hasta ahora, favoreciendo el consumo de combustibles fósiles, podríamos ver cómo el nivel sube hasta cinco metros o más en los próximos siglos. Eso pondría a más de 100 millones de edificios bajo amenaza directa.
Ciudades y símbolos: ¿Qué está realmente en juego?
El impacto, como suele ocurrir, no es equitativo. Hay países especialmente vulnerables debido a la geografía de sus costas y la ubicación de sus principales infraestructuras. Barrios completos, puertos que movilizan la economía local, refinerías, zonas turísticas, sitios históricos o patrimonios culturales… Algunos de estos lugares podrían terminar convertidos en recuerdo, en una postal bajo el agua.
Herramientas para anticipar el golpe
Para ayudar a planificar y reaccionar, los investigadores han liberado un mapa interactivo accesible en Google Earth Engine. Un recurso visual y práctico que permite a gobiernos, técnicos y comunidades ver en tiempo real qué zonas costeras afrontan el mayor peligro, ayudando a tomar decisiones basadas en datos: desde levantar barreras y adaptar infraestructuras, hasta repensar el uso del territorio o, en casos extremos, planear una retirada controlada de poblaciones.
El profesor Jeff Cardile lo resume con preocupación y asombro: “Nos sorprendió la cantidad de edificios en peligro, incluso con subidas moderadas del mar a largo plazo”. No basta con mirar el presente. Es necesario anticipar, adaptarnos y buscar soluciones para que el mar, que tanto nos da, no se convierta en el enemigo silencioso al que nadie prestó atención a tiempo.
¿Y ahora qué?
- La evidencia ya está sobre la mesa. Los datos no mienten.
- Frenar el avance del mar dependerá de cuánto y cómo reduzcan las emisiones los países protagonistas del cambio climático.
- El tiempo corre despacio… pero no deja de avanzar. Igual que el océano.
Detrás de cada número, de cada edificio señalado en el mapa, hay familias, historias, culturas. Mirar hacia otro lado ya no es una opción. Porque cuando el mar se levanta, no pregunta, solo avanza.





