¿Saben los caballos de carreras que están compitiendo?

Cuando los caballos de carreras salen a la pista a competir, ¿saben que tienen que acabar primeros o sólo corren para seguirle la corriente a su jinete?

¿Saben los caballos de carreras que están compitiendo?
¿Saben los caballos de carreras que tienen que ganar?

Cuando los seres humanos compiten entre sí, sólo tienen un objetivo en mente: ganar. ¿Qué ocurre, sin embargo, cuando en esas carreras también participan otros seres vivos? Vale, eso es un poco general, digámoslo de otro modo: un jinete siempre quiere ganar todas las carreras, pero ¿lo hace su caballo? Dicho de otro modo: ¿son conscientes de ello los caballos cuando corren? ¿Saben que tienen que llegar primeros, son capaces de anticipar una victoria? En un artículo sobre The Conversation Cathrynne Henshall, experta en comportamiento equino y profesora de la Universidad Charles Sturt de Bathuhrst (Australia), responde a la pregunta con un «no«.

Paseos en compañía

A los caballos les gusta correr, y si están en grupo lo hacen con gusto, sincronizando sus velocidades para desplazarse (más o menos) de forma compacta: lo hacen en la naturaleza y, en algunos casos, en carreras organizadas y sin la ayuda de jinetes; tomemos como ejemplo la Corse a Vuoto que se celebra cada año en Ronciglione (VT) durante el Palio di San Bartolomeo.

En este sentido, llegar el primero en una carrera de caballos podría ser incluso una desventaja: en la naturaleza, al permanecer en grupo y mantener una velocidad constante, los caballos no se aíslan y, por tanto, no corren el riesgo de ser víctimas de un depredador. Por lo tanto, para convencer a un caballo de que corra más rápido que los demás, es necesario ir en contra de este instinto y estimularlo para que aumente su velocidad y se desincronice del resto del grupo.

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Dice el humano

Todo esto se consigue con el uso abundante del látigo, que, además, se utiliza con mucha más frecuencia cuanto más cerca está un ejemplar de la meta. Al principio de una carrera, al jinete le interesa que su animal vaya a la misma velocidad que los demás caballos, así que le sigue la corriente.

Cuanto más se acerca el final de la carrera, más necesaria es la intervención humana para romper el equilibrio. Las victorias y las derrotas vienen así determinadas por lo que quieren los jinetes, no los caballos: si dependiera de ellos, nadie adelantaría nunca a nadie y el grupo llegaría siempre a la meta al mismo tiempo. Sin embargo, Henshall explica que, aunque no sepan que tienen que ganar, los caballos se acostumbran a las carreras y saben a qué atenerse cuando salen a la pista: no saben que tienen que llegar los primeros, pero saben que tienen que correr más rápido que los demás, no porque quieran ganar, sino porque el humano que llevan a sus espaldas así lo dice.

 

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