¿De dónde surgió el azul en la paleta de colores humanos? Una pregunta que tal vez, hasta hace poco, ni los arqueólogos más soñadores se atrevían a formular. Porque, en lo profundo de nuestro pasado, el azul parecía no existir: ni en cuevas, ni en bisontes pintados, ni en las manos impresas de hace milenios. Pero una piedra azulada hallada en Alemania, con 13.000 años de antigüedad, acaba de romper el hechizo. Los pigmentos azules sí estaban allí. Y tal vez, mucho antes de lo que jamás sospechamos, ya iluminaban la vida y el cuerpo de nuestros antepasados.
Sorpresa azul en la prehistoria europea
Durante décadas, el arte prehistórico era rojo, era negro. Y poco más. O eso creía la arqueología. El hallazgo ahora de diminutos rastros de azul intenso en una piedra del yacimiento de Mühlheim-Dietesheim (Alemania), fechada en el Paleolítico Final, no solo reescribe manuales, sino que sacude nuestro imaginario. Investigadores de Europa han confirmado, tras exhaustivos análisis, que el responsable de ese color es nada menos que la azurita, el pigmento mineral azul por excelencia. Aparecen así, por primera vez en Europa, vestigios del uso humano del azul hace más de trece milenios.
Un azul que nadie esperaba
El hallazgo, publicado en la revista Antiquity, supone un cambio de paradigma inquietante. Hasta la fecha, ningún indicio señalaba que los grupos paleolíticos del continente empleasen azules, ni en decoración rupestre, ni en útiles, ni en ajuares funerarios. Solo rojos y negros predominaban en su arte visible. ¿Por qué? Los expertos barajaban dos hipótesis: la escasez de minerales azules accesibles… o, simplemente, que no resultaban atractivos a sus ojos. Pero la piedra hallada en Dietesheim demuestra otra verdad. El azul estaba allí. No era un color invisible, sino quizá gozaba de usos mucho más privados y efímeros.
¿Para qué usaban el azul los antiguos humanos?
Surge ahora la gran incógnita: si no lo aplicaban en las paredes rupestres, ¿qué destino tenía ese pigmento vibrante? Los responsables del descubrimiento barajan varias posibilidades igual de fascinantes. La azurita pudo emplearse para decoración corporal, marcando la piel de aquellos grupos en ocasiones especiales; o tal vez, teñir tejidos y objetos cotidianos que, por su naturaleza perecedera, apenas dejaron huella en el registro arqueológico. Lo que sí sugiere el contexto es que esos humanos dominaban una paleta mucho más rica y compleja de la que imaginábamos, y sabían elegir colores por su rareza y significado.
Una paleta que revela identidades ocultas
El doctor Izzy Wisher, autor principal del hallazgo (Universidad de Aarhus), lo resume así: “La presencia de azurita revela un conocimiento profundo del entorno mineral y una selectividad inesperada en la creación de pigmentos.” De hecho, la piedra azulada, antes catalogada erróneamente como lámpara de aceite, pudo haber sido una paleta de mezclas. Un utensilio para preparar pigmentos azules, quizá destinados a rituales sociales, cosméticos, o incluso a marcar roles o estatus dentro del grupo.
Repensando los colores del Paleolítico
Este hallazgo nos invita a abandonar la imagen limitada de un arte paleolítico monocromático. El azul irrumpe ahora como el indicio visible de una diversidad cromática y cultural que apenas hemos comenzado a rascar. ¿Cuántos otros colores, cuántos otros sentidos de pertenencia y creencias, se han perdido entre los materiales efímeros del pasado? El pigmento azul puede ser, así, el hilo conductor hacia tradiciones y expresiones humanas de las que apenas intuimos su inmensa riqueza.
- Consulta el artículo científico original publicado en Antiquity.
Un futuro para el pasado… lleno de color
La historia del arte, vista desde la arqueología, se viste de azul por primera vez en Europa. Eso nos habla de creatividad, de experimentación, de un ansia por el color que nos une más allá de los siglos. Y, tal vez, de cuánto nos queda por descubrir en esos tiempos en los que el mundo, y nosotros mismos, éramos todavía un misterio.