Revelado el sorprendente mecanismo que permite a los corales percibir su entorno

¿Sabías que los corales, aunque carecen de ojos como los nuestros, son capaces de “ver” la luz de maneras que desafían nuestra imaginación? Más que simples rocas marinas, esconden secretos ópticos que están revolucionando nuestra comprensión de la percepción animal.

Corales: Vigilantes sin pupilas en los arrecifes

Resulta fácil pasar de largo frente a un arrecife y pensar que sólo unas pocas criaturas allí tienen sentido de la vista. Los corales, tan delicados y estáticos a simple vista, podrían parecer aletargados en un sempiterno letargo sensorial. Sin embargo, recientes investigaciones desarrolladas por la Universidad Metropolitana de Osaka desmontan este mito. Los corales no solo perciben la luz, sino que además lo hacen de una forma única y sofisticada.

¿Cómo puede ver la luz un animal sin ojos? El enigma de las opsinas

El secreto está en unas proteínas especializadas llamadas opsinas, auténticos receptores de luz presentes en todo el reino animal. A diferencia de nuestras propias opsinas –ubicadas en las células fotorreceptoras de los ojos–, los corales cuentan con variantes exóticas, de las que apenas empezamos a rascar la superficie.

En la mayoría de animales, las opsinas necesitan de un aminoácido específico, cargado negativamente, que estabiliza la unión con las moléculas de retinal y asegura la absorción de luz. Pero en los corales, especialmente en la especie Acropora tenuis, la película da un giro inesperado: aquí, las opsinas ASO-II prescinden de ese aminoácido y, en vez de eso, recurren a un recurso inesperado: los iones de cloruro presentes en el entorno marino.

Un mecanismo sin precedentes: el poder del cloruro

¿Cloruro como reemplazo molecular? Así es. Mediante ensayos de laboratorio y simulaciones moleculares, el equipo de Osaka identificó que estos iones actúan como “apoyo químico” permitiendo que las opsinas alternen entre sensibilidad a la luz ultravioleta y a la visible, dependiendo del pH del entorno. El mecanismo es tan eficaz, que las proteínas pueden ajustar su respuesta fotográfica como si cambiaran de filtro en una cámara oscura submarina.

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Un ajuste de sensibilidad ligado al entorno y la vida del coral

La vida en los arrecifes es una coreografía constante entre los corales y las algas simbióticas que residen en su interior. Estas algas, mediante la fotosíntesis, varían el pH en el microambiente coralino. Ese pequeño cambio puede decidir si las opsinas detectan más luz visible o ultravioleta, afinando la sensibilidad del coral según la actividad de sus diminutas compañeras fotosintéticas. El resultado: un sistema de percepción luz asombrosamente adaptativo, una estrategia de supervivencia digna de admiración.

¿Aplicaciones biotecnológicas? Cuando la ciencia se inspira en la naturaleza

El hallazgo no solo emociona a los expertos en ecosistemas marinos. Estas opsinas que responden a la luz y al pH podrían convertirse en herramientas punteras para la optogenética –una tecnología emergente que permite controlar células y tejidos con impulsos de luz–, abriendo la puerta a aplicaciones científicas completamente nuevas que podríamos ver en laboratorios y hospitales en el futuro.

La visión de los corales: una ventana al océano y a la innovación tecnológica

En el fondo marino, el sinfín de formas, colores y química revela una carrera evolutiva que muchas veces nos pasa desapercibida. Cada descubrimiento sobre estas criaturas nos recuerda que, incluso sin ojos propiamente dichos, los corales siguen contemplando su entorno… y a nosotros, en nuestra incesante búsqueda de comprender el mundo viviente.

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